miércoles, 18 de mayo de 2011
Nos vemos del otro lado
Un viaje de autodescubrimiento para que mi mano vuelva a ser guiada por ello.
¿Será eso lo que tengo que hacer en San Luis? Si tan solo mis sentidos salieran de este letargo, si pudiese oír con claridad la voz que solía hablarme a diario, esa voz insistente que me empujaba hacia adelante como el elefante, la que me hacía aprender rápidamente, la que me daba los espasmos de felicidad.
Se que debo desprenderme de todo, de todos y de mi mismo, y la única respuesta que encuentro es viajar. ¿Es idea mía o de ellos? Ya me vi envuelto en este dilema en el pasado y la respuesta es la misma: no importa. De cualquier forma debería hacerle caso, yo soy un viajero que no está viajando. Eso es totalmente incoherente, contradictorio. ¿Cómo voy a seguir si no cumplo con los pasos intermedios? ¿Será que siempre encuentro excusas? ¿O es que quiero escapar? Veámoslo por este lado. Si quiero escapar es porque evidentemente no me agrada la realidad que estoy viviendo. Y si no me siento a gusto es porque mi vida actual no es compatible con la vida que quiero. ¿Cuando voy a hacer el cambio entonces? ¿En unos años, cuando me reciba, cuando tenga un trabajo estable, cuando? ¿Mañana? Perdí naturalidad, espontaneidad, frescura. Yo se que el mejor momento para actuar es ahora. Bien. Pero la sociedad, y me refiero más que nada a grupos sociales cercanos como la familia, los amigos, los compañeros, limitan. Cortan alas. ¿Debo escucharlos? ¿Tengo que seguir cursando porque es mi "trabajo", mi deber, mi futuro? Me gusta mi carrera, no debería irme ahora si no quiero perder el año. Una parte de mi quiere quedarse por el simple hecho de no perder tiempo y avanzar en mi afán de ser un artista íntegro, además de conservar el día a día con el maravilloso grupo de compañeros que tengo este año. La otra parte, la que corre libre como el viento, quiere irse, hacer un viaje sin destino, sin tiempo, un viaje al interior. Pero debe ser acompañado por el viaje externo, en esa forma de fijar los conocimientos que llamamos experiencia.
¿Debo estudiar para ser un artista íntegro? ¿Debe ser ahora? Tal vez el viaje me abra las puertas a un mundo de posibilidades, a seguir mi leyenda personal, a dejar las dudas de lado y avanzar en mi camino, reencontrarme con mi verdadera esencia y olvidar a este intruso que escribe en mi nombre.
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