Borré al mundo con mi cabeza y derramé fuego en los recuerdos.
De las cenizas brotará la fuerza elemental que da la vida.
-Hola, soy la luna.
-Mucho gusto señorita Luna, yo me llamo Árbol.
-Lo he visto allí, inmóvil, en el medio del campo. Tanta soledad... debo admitir que sentí pena por usted.
-No debe sentir pena por mí, tal vez parezca solitario desde tanta altura, pero si se acerca verá que a mi alrededor tengo al césped, a las piedras, a las aves que vienen a cantar sobre mis ramas, a los humanos que descansan a mis pies; mas yo la veo solitaria a usted, señorita Luna. Desde aquí abajo pareciera que todas esas estrellas juegan a su alrededor, sin embargo están a distancias gigantes... ¿Por qué no baja?
-No puedo bajar, mi deber es estar aquí, tengo un trabajo que hacer.
Amanecer en un campo cubierto de rocío.