jueves, 23 de junio de 2011

Tren que lauquen


Es un día de sol. El andén vacío, la tranquilidad de su alma se percibe fácilmente. Las vías serenas, conscientes del rol que tienen que cumplir. Yo solo estoy ahí, en paz. Me siento en uno de los bancos y respiro el aire matutino que renueva mis pulmones. Un ave se acerca y me invita a mirarla.

-Hermoso día - dice el ave.

La miro. Agacho la cabeza. Observo a mi alrededor y levanto la vista mientras asiento en silencio. El batido de las alas se funde con el sonido del tren, el humo corriendo detrás de la locomotora, tratando de alcanzarla. Al detenerse en el andén abre sus puertas de par en par. ¿Subiré?

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