domingo, 7 de febrero de 2010

Ruta a Japón


No es sólo la ruta, es todo lo que va conformando el camino que llamamos vida. La vida y la muerte se mezclan y forman un conjunto natural que llamamos paisaje. El paisaje nos transporta a un mundo de fantasía que llamamos mente. La mente, esa fuente ilimitada de creatividad, contiene todos esos pensamientos que, a veces, nos hacen dudar de nuestra propia cordura.

-Mirá, una rueda muerta! Todo tipo de animales muertos al costado de la ruta, y una rueda. Se habrá imaginado esa rueda, en la fábrica, que tendría ese destino? Al menos pudo salir de la ciudad, viajar, aunque no deben haberla tratado muy bien sus dueños. Al menos al momento de su muerte. Puedo escuchar los insultos provenientes del camionero hacia el pobre neumático, quien con sus ojos tristes de cachorro mojado habrá pensado: "pero si vos me maltrataste, yo di todo de mí..Adios, hasta aquí he llegado T.T" Con lágrimas en los ojos, la moribunda rueda buscó, cual elefante, el lugar para reposar sus restos, que yacen a 15 km y contando...

Abandonada, ya sin vida, y cambiada por una nueva. Cambiada por una nueva!! Como si fuese una cosa! Pero había llegado su hora, la hora señalada por ese trozo de vidrio que se incrustó desgarrando toda su cubierta, todo su ser, toda su alma. O al menos eso pensó el vidrio, con aires de grandeza. Pero lo que no se imaginó ni remotamente es que aquella rueda, la vieja rueda de camión, reencarnaría para escribir esta historia.

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