miércoles, 18 de agosto de 2010

Navegando rumbo al sol


Ese torbellino que transita mi estómago parece que ya avistó tierra. Se prepara para amarrar, y busca una soga que lo pueda sujetar a la costa, para que no se aleje. Y allí se quedará, al menos por un tiempo. Recordará quien haya leído esto que el barco fue víctima de un amotinamiento, o más bien de un cambio de capitán en el medio del tempestuoso mar. Bueno, pues ya nos vamos acercando a la costa vió? Y entre las olas se dejan ver un montón de preguntas: ¿Qué es lo que está mal? ¿Como llego a Japón? ¿Qué es eso que me perturba? ¿Por qué existen los trabajos? ¿Por qué (casi) nadie hace lo que le gusta? ¿Por qué muchos estudian(mos) algo que no termina de cerrar? Tantos muertos en la superficie, y yo aquí, viendo su descomposición. No, no quiero ser uno más, no quiero ser un ataúd caminante, un zombie putrefacto. Se puede ser más, y sin embargo nos conformamos. Nos conformamos por miedo, nos conformamos por seguridad, aparente seguridad. Y eso me estresa. Es más fácil ir a lo seguro que perseguir un sueño. Es más facil? Natural y antinatural. Qué es lo natural? Es algo que no nos cuesta trabajo hacer, como no le cuesta crecer al césped. No le duele, simplemente crece.

Todos nacemos con un don, mínimamente. Perfecto. Deberíamos saber cual es, si es que realmente nos conocemos a nosotros mismos. Pero eso no es suficiente.. que hacemos al respecto? Lo desarrollamos día a día o queda bajo esa montaña de polvo del baúl de las cosas perdidas? Recuerdo la parábola de los talentos, en la que se le daban una determinada cantidad de talentos a cada persona, algunos más, otros menos. Estaban quienes las invertían y les proporcionaban ganancias, doblaban o triplicaban el número inicial de talentos. Habían otros que las ponían en bancos para generar intereses, o su equivalente en aquellas épocas. Pero estaban quienes, por miedo a perder lo que tenían, enterraban su moneda en la arena. Cuando llegó la hora de rendir cuentas, se les duplicó la cantidad a cada uno de los que habían aprovechado sus talentos, mientras que a quien lo había escondido se le quitó. Creo que no es necesario agregar mucho más a este relato que habla por sí mismo.

Cuál es tu ideal de vida? Soñar no cuesta nada, al menos hasta que lo privaticen. Dale, te dejo un tiempo para pensar, y te pido que lo hagas con lujo de detalles. Qué estás haciendo? Con quién/es? En dónde? Qué actividades tenés? Qué te proporciona más satisfacción? Sos feliz? Si la respuesta es "no positiva", como dice Julius Cletus, agarrá el pincel y cambialo. Borrá y escribí de nuevo.





Listo? Genial! ahora leelo.




Bien, ahora recordá tu don, tu talento, y fijate de que manera lo podés aplicar en tu ideal de vida. That, my friend, es la llave a esa cerradura que tarde o temprano todos buscamos. La que abre la puerta a los siete mares, la que avista tierra y nos hace llegar a buen puerto, la que nos aleja de las tormentas y nos trae calma. Las nubes se van corriendo, y el sol comienza a calentar esta fría tarde, ese sol-corazón que abriga y alimenta. Nos fortifica y seguimos, alimento decente y un buen grog en la noche. Una fiesta irlandesa para recordar que estamos vivos, esa vuelta a las raices que nos hace pertenecer y reconectarnos con nuestra esencia. Estos pasos sobre el muelle, la crujiente madera nunca había sonado tan bien, hermosa melodía que alegra mis oídos. El aire de mar que purifica mis entrañas, la arena blanca bailando con mis dedos, ese color del atardecer que llena mis ojos, los hace emocionar, y nuevamente la naturaleza que me recuerda que estamos vivos, que no somos ataúdes, que es la verdadera realidad. Esa realidad sin tiempo ni espacio.

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