martes, 25 de enero de 2011
Vomitando penas
El síndrome de medusa ha vuelto y me lastima por dentro. Es como una garra interna que desgarra mis órganos en un solo movimiento vertical, llevándose a su paso páncreas, timo y corazón. Solo quedan cenizas, y el agua salada de las lágrimas del fénix que se demoran más de la cuenta en sanar la herida. El vacío de mi alma llegó a la superficie, desnudándome desde adentro. Los relámpagos se hacen truenos y comienza la tormenta. Ahora entiendo por que me gusta la lluvia, adicción ya admitida, tristeza que me llena y me regocija. Por qué? Qué es lo atractivo de esa emoción? No lo se, no tengo aún una explicación para eso, es algo más para seguir buscando. Vomitando penas, vaciándome del dolor provocado por esa garra interna, lentamente voy reparando mi cuerpo y mi alma, contenedores de mi espíritu. La tormenta se va calmando, ahora queda esa brisa fresca y el dulce aroma a tierra mojada que me arranca una sonrisa.
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