sábado, 22 de enero de 2011

Nobody home


Nadie en la Plaza Laprida. Nadie estaba esperando en esa esquina, nadie llegó tarde. Nadie se preocupó ni nadie tuvo que esperar demasiado. La desolada plaza que no terminaba de entender la ausencia de sus mascotas, paseando por sus calles, admirando sus plantas, con los cachorros jugando en la arena, hamacándose y tirándose del tobogán. Nadie se juntó en la plaza y nadie se enteró. La vida continuó con total normalidad, siguiendo su curso sin que nada pasara. La calma se hacía presente, era la única que presenciaba ese espectáculo. "Ridículo" pensó, mientras reía. No podía contener la risa, algo en el ambiente le resultaba hilarante. Tal vez era esa inusitada calma, ¿la que antecede al huracán? Tal vez era el ambiente mismo, el aire enrarecido que envolvía a los edificios, el mar de sangre dejado por esa jauría de callejeros alemanes que yacían entre los árboles, tal vez era tu cuerpo o el mío, tirados a pocas cuadras de allí. La asfixia en nuestras caras, la bruma amarilla y la sonrisa del triunfo en el rostro de la calma.

1 comentario:

  1. Esa risa abismal, auguradora de vientos intempestuosos en momentos calmos, que no son producto de inercia, sino de antagonismos poderosos.....Tal vez un hombre enjunto, de pelo ralo y de piel lustrosa merodeaba por ahi sin ser visto.

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