sábado, 19 de febrero de 2011
Mr. Farmcit y el pino misterioso
Mortimer estaba sentado en un pino. Arriba de un pino. No, no arriba de todo malpensado, en una de las ramas intermedias. Cheeee no se puede hablar en serio acá! Bueno, la cosa es: que hacía Armando, digo Mortimer, ahí arriba? Es lo que tenía que descubrir la bella Zurvelle, de quien se decía que era espía de la KGB. Mortimer pasaba sus días en aquel árbol devenido en casa con el pasar de los años, y desconcertaba a más de uno, especialmente cuando su caso tomó carácter nacional gracias a la trascendencia dada por Crónica Televisión. Aún más sorprendente era el hecho de que no bajase por nada del mundo, él seguía colgado de las ramas, alimentándose de las piñas y absorviendo la savia de su casa. Había aprendido a obtener nutrientes del pino, evolución que le dicen.
Desde arbustos aledaños Zurvelle observaba (ahora leer en cámara lenta) c a d a m o v i m i e n t o (modo cámara lenta off) del excéntrico personaje. Sus binoculares ya eran una extensión natural de sus ojos, como diría el lobo feroz "que ojos tan largos tienes abuelita"; no era el lobo feroz, era la inútil de Caperucita Red, si che el que tiene boca se equivoca y el que no, se calla la boca, así que cerra el pico (y agradecé que no estamos en Chile). Decía que Zurvelle estaba averiguando, adquiriendo datos para ver que onda este tipo. Era bien sabido por aquellas épocas que el robo del siglo a la corporación Farmacity no tenía culpables, o mejor dicho aún no se lo había encontrado. De más está decir que la dotación de pastillas que había en la rama 58 era muy sospechosa, sin mencionar al simio que vigilaba celosamente los medicamentos.
Un buen día (o debería decir noche?) Mortimer bajó. Las oscuras calles comenzaron a iluminarse debido a las luces de las casas, y estas a su vez debían su aparición a los rumores que corrían velozmente por las calles y líneas de teléfono del vecindario. El pueblo se paralizó. La calle principal vacía, los vecinos cuchicheando en los pórticos de las casas, sin atreverse a pisar la vereda y mucho menos la calle. Los faroles que se iban encendiendo a medida que Mortimer pasaba por debajo de ellos. A dónde se dirigía con tanta convicción? A un destino incierto. Parecía guiarse por una mano invisible que lo iba moviendo calle abajo en dirección al muelle. Zurvelle no le perdía pisada, dispuesta de una vez por todas a hacer contacto de primer tipo con el sospechoso.
- Quién eres? - Preguntó ella.
- Soy el que te puso a cargo de la investigación - contestó el.
- No comprendo...
- No esperaba que lo entiendas, simplemente escucha. Quiero que recapitules y te preguntes ¿Por qué estas aquí? ¿Qué estás buscando? ¿Cuánto tiempo utilizaste en esta investigación? ¿Qué conclusiones sacaste? ¿Quién te mandó aquí? ¿Quién es el sospechoso?
- Tal vez ..
- Calla - interrumpió Mortimer - observa a tu alrededor.
La investigadora dio vueltas en su eje y miró el escenario. Todo parecía normal. No, no todo, había algo que no estaba bien. Algo en sus rostros, o acaso era su vista? No podía distinguir las caras de los vecinos... no sólo eso, sino que ya no pudo ver ninguna otra cara. Una masa espesa que confundía bocas, ojos, narices, todo mezclado dando lugar a algo indescifrable. Qué era todo eso?
Por qué estoy acá? Para investigar a Mortimer. Por qué? Porque es el sospechoso del robo del siglo. Por qué estoy investigando esto? Porque pertenezco a la corporación Farmacity? Quién me envió? Cómo alguien puede enviar a un espía a que lo investiguen a él mismo? La moneda cayó a la alcancía, la llave abrió la cerradura, no era Mortimer el investigado, las luces la apuntaban a ella, y la más brillante, la del big crash, la luz generada por el fusil humeante disparado por el Señor M. Farmcit.
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