miércoles, 3 de noviembre de 2010

Poesia en prozac


Colores y más colores, blancos brillantes que empalagan hasta al más sediento de los seres; unos verdes poderosos, llenos de vida, que golpean fuertemente la puerta de los abrazos. Los rojos, delirantes, echan chispas por la boca y se encienden en vivos matices hasta llegar a un anaranjado pletórico y henchido de luces. Amarillos revoloteando por doquier, llenan el aire con su alegre pasar. Violetas que me miran y les sonrío, anhelo, y el vuelo del gris claro con su sabio cosechar, un serbal con frutos maduros despertando a la primavera. Las hojas se van abriendo dando lugar a infinidades de formas vivas, rosas que caminan y alimentan las miradas, celestes predominantes en el cielo y en las aguas tranquilas que bañan los multicolores sonidos de esa laguna llena de patos y peces y aves y agua fresca tan agradable al gusto, gotas que danzan en mi boca, juegan escondidas con mi lengua y bajan por el ascensor para correr libremente por los caminos internos de mi cuerpo.

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