miércoles, 19 de septiembre de 2012

La vida del punto y aparte



¡Pero mirá que son curiosos los puntos! Son el origen, de donde todo surge. De ellos nacen las líneas, de las líneas surgen los planos y de los planos los espacios, del espacio el tiempo y se sigue prolongando la existencia indefinidamente. A su vez los puntos son los que hacen la pausa, los que paran la pelota y levantan la cabeza para habilitar al nueve y llegar al gol. Pero un exceso de puntos, una sobredosis como supe tener en algunas épocas, causa detenimiento. La vida se vuelve lenta. Cada. Vez. Más. Des. Pa. Cio. Estoy en un punto aparte, y me pregunto como seguir el próximo párrafo. El capítulo aún continúa, y está esperando mi proximovimiento. Son cordones desatados, que te obligan a detener la marcha para retornar con más seguridad y fuerza.

Pero también están las comas, pausas cortas que continúan en la misma tónica, haciendo lo mismo. Yo no quiero hacer lo mismo. Hoy prefiero ser un punto, aunque me lleve más tiempo. Un punto aparte, cerca del final del capítulo. Se que aún quedan 9 capítulos, la historia sigue y pide a gritos un punto de inflexión. ¡Eso es! Eso debo ser. El punto de giro, la que te abre la boca y hace sonar tu maxilar inferior contra el suelo, quebrándolo en mil pedazos y con astillas volando cual pájaros en el cielo azul, libres, sin preocupaciones, solo ser.

El punto se sitúa en la hoja en blanco, la hoja sale de la madera, la madera del árbol. Árbol-tierra, naturaleza viva, arte de escribir tu propio libro, de elegir tu propia aventura y terminar muriendo a merced de una ballena o descubrir el tesoro secreto del Tíbet.

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